Ecoaldea en Medellin

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sábado, 13 de noviembre de 2010

LA FAMILIA

RELACIONES HUMANAS
Una de las principales razones por las que la gente se siente atraída por la forma de vida de las ecoaldeas es la posibilidad de aumentar sus relaciones y oportunidades sociales. De hecho, éste podría ser el principal valor de las ecoaldeas. Dentro del contexto de comunidad que ofrecen las ecoaldeas, los residentes disfrutan de numerosos beneficios que no tiene la ciudad; beneficios como el de contar con un lugar seguro en el que criar a los hijos, en el que diferentes adultos pueden servir como modelos; disponer de más tiempo para la familia y para los amigos y dedicar menos tiempo a trabajos estresantes o a moverse de un sitio para otro; tener más oportunidades para crear negocios caseros o industrias artesanas, posiblemente en colaboración con amigos de la comunidad; a los padres les resulta más fácil integrar sus actividades profesionales con el cuidado de los niños; se tienen más oportunidades para dedicarse a actividades creativas como la música y el arte, con tus vecinos; se organizan todas las comidas compartidas; es posible compartir oficinas, tiendas y otros espacios de recreo, lo que significa menos compras, menos gastos y, por tanto, no tener que ganar tanto; la gente se siente satisfecha con sus relaciones sociales, por lo que disminuye dramáticamente el consumismo, la adicción y el crimen; las ecoaldeas facilitan también la integración de las personas con diferentes capacidades, de los ancianos y de los niños, de manera que éstos pueden disfrutar de una vida más plena.
Las comunidades fuertes se crean a partir de individuos firmes en sus metas. A menudo es más fácil comenzar un nuevo proyecto con un grupo central pequeño, dedicado y comprometido. Las comunidades encuentran la cohesión necesaria a través de una visión común que sea simple, clara y autentica. Articular y registrar esta visión común es uno de los primeros objetivos a conseguir cuando se inicia una comunidad.
Contar con una intención colectiva y un conjunto de valores que han sido delineados y aceptados por todos, supone tierra fértil para crecer como grupo. Según Diane Leafe Christian, la visión necesita expresar algo con lo que cada uno se identifique, se inspire y se comprometa. Pueden usarse diferentes técnicas para asegurarse de que todos contribuyan con la visión.
La amistad, el cuidado y el apoyo mutuo son las cualidades de las relaciones humanas que mantienen una comunidad unida. En una atmósfera de confianza, los procesos comunitarios fluyen con facilidad, entre risas y mucha creatividad. Pero la confianza necesita ser cultivada. La confianza crece a partir de la comunicación profunda de corazón a corazón. Si nos mostramos a los demás de una manera auténtica, con nuestras debilidades y fortalezas, si expresamos lo que está en nuestro corazón, la confianza surge de manera natural; y se crea una sensación de bienestar colectivo.
Es un fascinante viaje de descubrimiento en el que todos nos embarcamos. Una comunidad se parece mucho a un jardín: si el campo de las interacciones humanas está bien cuidado, los frutos crecen abundantemente en él.

En comunidad, se necesita una estructura social, e incluso una arquitectura, que refleje los diferentes aspectos de la naturaleza humana. Tenemos que integrar nuestros corazones, sentimientos, alma y espíritu con nuestras mentes para encontrar soluciones que abracen la Vida y abunde la gracia Divina. Necesitamos tiempo y espacio para el trabajo visionario, para las conversaciones prácticas y la toma de decisiones, para la expresión creativa de sentimientos en el grupo y entre amigos íntimos, para la celebración y el silencio.
Para todo ello se han desarrollado diferentes técnicas, y es importante encontrar las que mejor se adaptan al contexto social y cultural en el que nos hallamos. El contar historias y el dedicar un tiempo diario a compartir y reflexionar son dos maneras excelentes de conectar a un nivel afectivo. El compartir sueños o representarlos puede ser ilustrativo de los movimientos afectivos inconscientes que acompañan determinados asuntos colectivos. La comunicación no violenta, la co-escucha y el “forum” son otros métodos que favorecen una atmósfera de comunicación a partir de la introspección personal. La música, los juegos y la risa son invaluables recursos en el proceso de abrir nuestros corazones.
Todos los asentamientos humanos, incluidas las ecoaldeas, establecen alguna forma de gobierno basada en el respeto al ser humano y la naturaleza; las ecoaldeas intentan explorar abiertamente nuevas formas de convivencia que favorezcan la expresión creativa y la capacidad natural de liderazgo de la gente.
El modo de toma de decisiones se basa en dar a conocer las ideas o las propuestas, discutirlas y al final llegar a una decisión. Cuando se toma una decisión, una persona en un grupo de consenso tiene cuatro opciones:
• Dar su consentimiento: cuando todos en el grupo (excepto aquellos que se apartan) dicen que sí a una propuesta, entonces se consigue el consenso.
• Decir que sí a una propuesta no quiere decir que se está totalmente de acuerdo con ella, sólo significa que se está dispuesto a apoyar la decisión y que uno se solidariza con el grupo, a pesar de posibles desacuerdo
• Apartarse: una persona se aparta cuando no puede apoyar la propuesta, pero siente que está bien que el resto del grupo la adopte. Si muchas personas se apartan en un asunto concreto, no se puede decir que se ha alcanzado el consenso.
• Bloquear: esta opción supone paralizar, al menos momentáneamente, la decisión. Bloquear es un asunto muy serio, algo que sólo se debe hacer cuando alguien sienta que la propuesta, si se adoptara, violaría los valores, la ética o la seguridad del grupo.
Comprender el papel del facilitador en el proceso participativo y cómo éste difiere del liderazgo tradicional autocrático. Las normas de convivencia pensada en una completa armonía crean normas de convivencia en consenso.
En muchos grupos, el contenido (lo que se dice, lo que se está discutiendo) adquiere toda la relevancia, mientras que el proceso (los sentimientos que surgen en el grupo, y que varían en función de si se cubren o no necesidades profundas) se deja de lado. Esto tiende a ocurrir porque la gente tiene miedo de perderse en expresiones emocionales poco productivas. Sin embargo, las emociones pueden socavar el trabajo eficiente de un grupo si se llegan a estancar, o por el contrario, impulsar el trabajo de un grupo, si se expresan con verdad, belleza, respeto y dignidad.
La toma de decisiones por consenso va más allá del mandato de la mayoría, en un intento de llegar a una decisión que puedan apoyar todos los miembros del grupo. El proceso se basa en la creencia fundamental de que cada persona tiene una parte de la verdad. Por tanto, a cada miembro del grupo debe dársele espacio y tiempo para ser escuchado. No se permite a personas individuales para dominar el grupo.
Cada grupo debe elegir las normas que mejor se adaptan a sus necesidades y valores. Los acuerdos universalmente aplicables incluirían el uso un facilitador, la necesidad de que participen todos los afectados, el hablar sólo por uno mismo, el no interrumpir, el respeto y el centrarse en la solución. En el proceso de consenso no se vota. Las ideas o las propuestas se presentan, se discuten y al final se llega a una decisión.

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